El Stanford Study of Writing es un estudio longitudinal de cinco años que ha recogido y analizado más de catorce mil escritos de estudiantes entre 2001 y 2006, incluyendo trabajos de clase, ensayos, correos electrónicos, entradas en blogs y sesiones de chat; y que apunta precisamente a ese renacimiento en la habilidad para escribir.
Uno de los cambios fundamentales emerge, precisamente, del uso de los medios sociales: los niños de hoy en día escriben muy habitualmente para una audiencia, algo que hace diez años no hacían prácticamente nunca, y eso les lleva a adquirir la habilidad de pensar en términos de dicha audiencia y adaptar su forma de escribir y expresarse a ella. Son perfectamente capaces de escribir en lenguaje SMS, pero no confunden el contexto en el que pueden usarlo con aquel en el que deben evitarlo salvo en los niveles culturales más bajos.
¿Qué lleva entonces a la abundancia de textos mal escritos, a los “hoygan” y a los desastres sintácticos que podemos ver en muchos sitios? La ampliación de la pirámide por su base, es decir, la incorporación a la escritura de personas con niveles culturales muy bajos que antes en ningún caso llegaban a expresarse por escrito.
El estudio de Stanford es el último de una ya larga serie de trabajos anteriores (2003, 2004, 2006, 2008, 2009) que demuestran que el uso de la tecnología, lejos de suponer un problema para el desarrollo de la habilidad de expresión de los niños, representa todo lo contrario, una gran ventaja. Es decir, que los agoreros que tanto protestaban al ver la forma en que los niños se expresan hoy en día deberían, en realidad, preocuparse si ven que sus hijos no utilizan redes sociales, mensajería instantánea y SMS para hacerlo.
Recogido del blog de Enrique Dans
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