Siguiendo con el tema de los ordenadores en la educación, y viendo que hay una apuesta seria e importante por arrancar definitivamente con este tema, me satisface especialmente el ver cómo se abre una caja de Pandora que va a estremecer a más de uno y una. Profesorado, familias, y por supuesta, las temibles editoriales van a ver como se les complica la vida un poco. Pero, todos tranquilos. Los nuevos problemas y riesgos siempre terminan aportando nuevas soluciones.
La enseñanza convencional está tan moribunda como la propia televisión convencional y el aprendizaje ya no será nunca más lo que era. Se reconoce de alguna manera que el profesor en el aula no podrá decir nunca más aquello de "cierren los ordenadores y escúchenme a mí, que soy yo la fuente del conocimiento". Y aunque la transición haya que hacerlo con gran cuidado y respeto, la escuela tal como la hemos conocido no tiene, no ya futuro, ni tan siquiera presente.
El número de horas que un alumno se pasa encerrado en un aula a lo largo del año es sensiblemente inferior al que pasan la mayoría de nuestros adolescentes delante de pantallas y en el ciberespacio, un lugar, por cierto, donde se construyen su otra identidad, la digital.
Una docencia que no recoja y utilize los instrumentos mas atractivos y mas acordes a las nuevas realidades del alumnado esta condenada a la fustración de todas las partes implicadas.
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