Esta semana arranca un curso marcado por el asunto de los mini ordenadores que se van a distribuir entre el alumnado de 5º curso de primaria. Ya manifesté el curso pasado mi opinión de que evidentemente se ha apostado por lo mas facil y quizás no por lo mejor. Pero en fin, digamos que lo importante es empezar.
No es menos cierto que parece que semejante reparto debería de llevar consigo cursos de formación no solo al alumnado agraciado, también al profesorado, e incluso a padres y madres que van a ver entrar en su casa por primera vez semejante "electrodomestico".
Además, creo que está demostrado que el alumnado que usa este tipo de herramientas en la educación suele dedicar mas tiempo al estudio, busca más información adicional por su cuenta, la comparte y tiene mas tendencia a tomar las riendas de su propio aprendizaje.
Por eso creo que en toda esta historia demasiados sectores implicados han mostrado una posición especialmente pasiva, cuando no negativa, como diciendo "a ver qué es lo que se nos viene encima", ¡uf! ¡qué lio! y ¡cuanto mas tarde mejor!. Se abre una caja de Pandora de efectos imprevisibles.
El implicar y entusiasmar a toda la comunidad educativa en un reto tan importante sigue siendo una asignatura pendiente.
Decia el otro día en una reunión sobre pizarras digitales la directora del Berritzegune de Galdakao que "los cambios educativos son tecnicamente simples pero socialmente extraordinariamente complejos". Y ¡qué cierto es!
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