Eata semana ha vuelto a salir a los medios de comunicación el miedo que algunos manifiestan a las nuevas tecnologías
Tal como comenta Magonia en su blog, resulta comprensible que a mucha gente le preocupe que el uso del teléfono móvil pueda causarle un cáncer después de la nota de prensa emitida ayer por la Agencia Internacional para la Investigación del Cáncer (IARC), un organismo dependiente de la Organización Mundial de la Salud (OMS). Pero a mí no me preocupa. Creo que los científicos que han suscrito ese documento lo han hecho al margen de las pruebas, aunque tampoco me preocuparía si tuvieran razón en lo que afirman. Antes de poner el grito en el cielo y decir que estoy pagado por las compañías telefónicas -entre los ingresos de éstas, la CIA y los fabricantes de transgénicos, no sé que hago que no me he jubilado todavía-, dejen que explique porque titulares periodísticos como "Usar el móvil podría ser mortal" y "Los teléfonos móviles pueden provocar cáncer", "La OMS reconoce una posible relación entre los móviles y algunos tipos de cáncer" me parecen un disparate.
Junto a este peligro que nos acecha periódicamente vuelve a la palestra el temor a las WiFis en los centros escolares. Lo comenté recientemente en este blog, pero insisten en el tema, y quiero añadir algo. No les oigo protestar cuando Azkuna pone wifi libre en las plazas públicas bilbaínas, ni cuando su vecino de abajo instala este sistema en su casa, o el bar de la esquina al que acuden a tomar una birra, o la biblioteca a la que acude su hijo a las tardes. No. Sólo les oigo rasgarse las vestiduras cuando la escuela pública avanza y mejora sus sistemas educativos con las nuevas tecnologías. ¡Curioso!
De todos modos, tengan cuidado con el móvil: no hablen con él mientras conducen; eso sí puede ser peligroso. Y, cuando se tomen un café, recuerden que, si es cierto lo que afirman los expertos de la IARC -que lo dudo-, están exponiéndose a algo tan cancerígeno como las radiaciones de un móvil. Y si no usan wi fi en su casa, ¡cuidado con las caidas! No serian los primeras que se tropiezan con los cables, caen al suelo, se desnucan y se van al otro barrio. Y a nadie le he oido decir que hay que quitar los cables de nuestras vidas.
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