La inclusión y la atención a la diversidad proclamadas
por el Departamento de Educación del Gobierno vasco
parece ser que, por fin, han topado con su límite.
Se llama niqab (capucha religiosa para mujeres)
y cubre el rostro de la donostiarra Meryem Echániz,
dejando únicamente al descubierto dos pupilas
que apuntan fíjamente al interlocutor.
Esta prenda, con la que la religión musulmana
pretende que, de momento, sólo "sus" mujeres
cubran todas las partes del cuerpo posible,
incluso los ojos con gafas negras,
incluso los ojos con gafas negras,
resultando imposible su identificación,
ni en el aula ni en el centro educativo, ni en la calle,
y así cumplan, en opinión de sus "pastores"
los preceptos de su religión
con el mayor grado de autenticidad posible,
ha planteado un desafío desconocido
al sistema educativo vasco.
La respuesta en principio y de momentoha sido clara.
Stop. Hasta aquí. No.
¡Ya vele de imponernos a todos,
directa o indirectamente,
sus parenoias religiosas.
¡¡ Por una educación laica !!
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