martes, 11 de octubre de 2016

Una propuesta para los libros de texto: suprimirlos

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Henrik Hdez. Villaescusa ha publicado en Público el 18/9/16 un excelente artículo titulado Cómo ahorrar en libros de texto (educando)Una de sus frases resume perfectamente su tesis: “un libro que no merece una segunda lectura, no mereció la primera”. Y los libros de texto, en general, no la merecen. Son libros “de usar y tirar”, como también los califica el autor. Un libro es otra cosa. Sería mejor que en lugar de sobrecargar las mochilas de nuestros escolares con ejemplares de uso efímero se incentivara a los alumnos a leer libros “de verdad”. Con suerte, algunos de ellos los conservarán toda la vida y hasta los recomendarán a sus hijos. Cosa que difícilmente sucederá con ejemplares pensados para aprobar una asignatura antes que para ser leídos por sus propios méritos.
Y todo ello no porque los libros sean malos en sí mismos o sus autores incompetentes sino porque constituyen un mal sustituto del papel que debe cumplir el maestro o profesor. Es a él o a ella –y no al libro-  a quien corresponde seleccionar los temas y las lecturas, determinar el ritmo de la clase, elegir recursos didácticos, promover la participación de los alumnos, determinar los criterios de evaluación, tener en cuenta la diversidad de la clase  adecuando su trabajo a la realidad concreta del grupo a su cargo, cosas a la que un libro de texto nunca podrá atender. 

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