- Aunque a veces resultan incómodos, insolentes y acéfalos; en tanto que menores, son una «especie de especial protección».
- Invertir en ellos, es siempre una «buena inversión»; especialmente, a «largo plazo».
- Afortunadamente, el tiempo los «deshormoniza» y los «encefaliza»; así que, hay que ser pacientes, ilusionantes y esperanzados.
- No hace falta vencerlos, ni convencerlos; pues -aunque no se lo crean, ni lo pretendan- acabarán siendo adultos. Unos tardan más y otros menos; pero todos «cambian de bando».
- Cuanto más les exigimos que traicionen a su bando, más fieles se vuelven. Así que no insistas. Al revés: aguanta, sujeta, ofrece, provoca y espera.
- Sin cambiar de bando, de vez en cuando, disfrázate y penetra en su territorio.
- Desconocen qué es la paciencia; pero, interactuando con ellos, también nosotros la perdemos. Si la pierdes, eres tú el que ha «cambiado de bando».
- La adolescencia siempre tiene algo de estropicio, de «estropiciante» y de «estropiciado»; así que mejor asumirlo con amable resignación.
- Consiste, mientras llega ese tiempo en el «cambian de bando», que «no se estropeen demasiado».
- Ahorrar en «adultos estropeados», es un fenomenal ahorro. La Educación es la gran hucha de muchos de estos ahorros. Y sin amor y aceptación, no se educa.
Joserra Landarroitajauregui
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