El presidente norteamericano no ve con malos ojos implantar un plan para armar al profesorado y premiar con un plus económico a quienes se inscriban.
Pero permitir a los docentes que vayan a trabajar con un revólver a mano es algo que se está haciendo ya.
De hecho, hay al menos nueve estados que permiten o no prohíben expresamente a los maestros llevar pistolas en el aula, un número que se eleva casi a 20 con ciertas restricciones.
Creo que armar al profesorado es una auténtica sinrazón. Completamente alejado de lo que es la labor de un docente y contrario al objetivo último de la escuela. Además, desde un punto de vista práctico, sospecho que puede crear más problemas de los que soluciona:
Decenas de armas de fuego en un recinto con cientos de niños ¿Qué podría salir mal?
La educación estadounidense tiene muchas cosas de las que enorgullecerse. Sus universidades ocupan los primeros puestos del ranking de universidades por la calidad de los estudios que en ellas se ofrecen, pero al igual que el resto de la sociedad americana, suspende en la forma de afrontar la violencia armada.
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