Cerca de 342.000 estudiantes comenzarán a partir de mañana las clases. Los datos de matriculación del curso 2010-2011 corroboran, un año más, la tendencia de la última década: las familias vascas, cuando se les da la posibilidad, apuestan abrumadoramente por la enseñanza bilingüe frente a la monolingüe. A la vista de las cifras resulta indiscutible. Ahora bien, las deducciones que se hacen de estas no llevan a todo el mundo a las mismas conclusiones.
Algunos medios de comunicación, al igual que gran número de personas, concluyen que todo ello es la consecuencia del apoyo al modelo D. Y creo, sinceramente, que es un error. Es más, ante algunas alternativas que han surgido recientemente, deducen que lo mejor es dejarlo todo como está. En mi opinión, otro error.
La gente hace una apuesta clara por el conocimiento de los idiomas. Y esta apuesta de futuro se extiende claramente a la lengua de Shakespeare. Desde los centros hay que hacer una apuesta clara en favor de una sociedad trilingue, sin miedos de que ello implique la perdida de apoyo al euskera. Es más, no hacerlo por teóricas autodefensas, a la larga solo implican derrotas seguras.
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