Hay un par de cuestiones que me surgen cuando salen comentarios sobre la ciencia y la tecnología. Preguntas que siempre las he dejado sin responder, y que un domingo como hoy, relajado y pensativo, me vuelven a la cabeza.
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¿Se deberían catalogar las ayudas a la investigación en función de la rentabilidad que se les presume o de las patentes que puedan preverse?
Parece razonable que los recursos disponibles, el número de científicos preparados en cada área, la posible incidencia en el empleo que pudieran ocasionar, tanto positiva como negativamente, la posible incidencia en la balanza de pagos del país, pues parece razonable dar prioridad a aquellos sectores con importantes posibilidades exportadoras, así como el prestigio científico que preceda a los grupos de científicos, para quienes la inmediata rentabilidad de sus investigaciones pueda ser cuestionada, podrían ser algunos de las prioridades a tener en cuenta. ¿O no?
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