lunes, 1 de octubre de 2007

La escuela y el velo islámico

A raíz de que en Catalunya la delegación de educación correspondiente ha obligado al centro a admitir a una niña, aunque fuese con la cabeza tapada, he comentado con algunas personas el tema. Yo, personalmente, no lo veo muy claro, porque admitiendo a unos habría que admitirles a otros y nos encontraríamos con situaciones bastante extremas. Niñas que no admitirían ponerse pantalón de deporte, niños con la cabeza "vendada" que no se limpian el pelo porque su religión no lo permita, aunque el sentido común parezca que debería de ser de obligado cumplimiento, por razones higiénicas más que nada, e infinidad de casos que complicarían las relaciones hasta el extremo. Y no solo en la escuela.

Una cosa es respetar una religión y otra es que te impongan una religión. Ya venga de dentro o de fuera del País. Y ya el colmo me parece que por no tener claro el que haya que "respetar" esas rarezas, que ellos llaman "costumbres", te llamen retrogrado.

En mi opinión retrogrado, y muchas cosas más, es aquel que defiende esta "libertad religiosa" en la pública pero manda a sus hijas a la "privada" para que no se mezclen con "esa gente", retrógrado es el que en el velo ve un signo de libertad religiosa en vez de un signo de esclavitud de la mujer.

Y puestos a aclarar, sigo. Intolerante no es el centro que defiende la laicidad de la escuela y de lo público, es el padre, el marido o el prometido que no la dejen ir sin velo a ningún lado. Eso es intolerancia. La intolerancia se produce cuando a una chica musulmana que sale con un ciudadano europeo, su familia la repudia y rompe lazos con ella. Intolerancia son las ablaciones que sufren de niñas y mil ejemplos más, que muchos defienden en nombre de su buen dios.

Lo público, y la escuela lo es, debe de proteger y defender a la sociedad laica, porque el estado laico es el único garante, en mi opinión, de la verdadera libertad religiosa.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Rafael Reig, respondiendo a una tal Violeta en PUBLICO decía que la educación de los hijos es demasiado importante como
para dejarla en manos de sus propios padres. Por fortuna,
existe el colegio. El pequeño inconveniente es que
la enseñanza pública y laica todavía no sea obligatoria. Espero
que pronto lo sea, porque es la única garantía eficaz de sensatez,
de igualdad de oportunidades y del derecho fundamental
que tienen los niños a ser libres e independientes de su familia.
En realidad, ningún padre debería tener derecho a educar a
sus hijos en sus propias creencias, que a lo mejor son erróneas,
fanáticas, supercalifragilísticas, supersticiosas o simplemente
idiotas. Es indispensable proteger a la infancia, en especial de
su mayor amenaza: los mayores y sobre todo sus padres. Bastante
tienen los pobres con aguantarnos en casa; si no fuera por
ese mínimo espacio de libertad que les proporciona el colegio,
el parricidio se generalizaría, no me cabe duda.
A mi hija yo sólo le he enseñado a silbar, a beber en botijo, a dibujar
caras de perfil y a ser partidaria de la felicidad. Otros padres
y madres, me imagino, tal vez les enseñarán a sus hijos el
catecismo, la ciudadanía esa famosa, a prevalecer sobre los demás,
a detestar a los gitanos, a leer el Corán, a no aceptar transfusiones
de sangre o que el Sol gira alrededor de la Tierra.
Menos mal que existe el cole, donde los niños tienen la posibilidad
de ser libres, iguales y autónomos. El cole público y laico
(que, repito, debería ser el único y obligatorio), donde no importa
cuánto dinero tiene su mamá, la profesión de su papá, si
son partidarios de la Cienciología o católicos; donde no tiene
ninguna relevancia su raza, ni que en su familia no coman pepinillos
por razones religiosas. Menos mal que existe el cole, donde
pueden aprender a ser ellos mismos, a despecho de sus familias
y nuestras creencias, culturas o esas supersticiones irrisorias
que todos tenemos. Y los velos, los crucifijos, las banderas,
los rezos, las comidas étnicas, las creencias ancestrales y las legendarias
lentejas de la abuela... prohibidas por completo: ¡incluso
en el patio de recreo! ¿No le parece, Violeta? Que los hijos
sean como quieran ellos, no como queremos nosotros.
¡Qué bonito que así fuese!

Anónimo dijo...

No sé cómo lo verán ustedes, pero a mí la posición de la Generalitat me resulta incomprensible sobre todo en una etapa de escolarización inicial en que se van conformando los modelos y roles sociales. El hiyab crea una marca profunda en la muchacha que lo lleva, aislándola por completo del resto de sus compañeros. Los muchachos no lo llevan, y es más fácil su integración. Las niñas que llevan velo crean un círculo invisible a su alrededor al que sólo tienen acceso otras niñas en iguales circunstancias y que son su único mundo de referencia. El resto del mundo es diferente y hostil y hay que mantenerlo alejado. Ese es el mensaje. Es la marca del velo, una prenda que señala y condena claramente a la niña que lo lleva. Es un signo segregador que implica supeditación social y sexual. Supongo que esto ya lo sabemos. No es simplemente una cuestión cultural como la de llevar pendientes o no. Es algo más profundo e ideológico. En la escuela secundaria ya estamos acostumbrados a tener esas niñas con velo en clase, imposibles de integrar por su aislamiento y su extrema timidez ¿cómo va a tener derecho a hablar o reivindicar algo una mujer? Cuando están solas, permanecen solas en clase, y cuando están con otras de iguales características tienden a juntarse entre ellas, haciendo inútil todos nuestros esfuerzos de integración. Ya estamos acostumbrados, pero en la educación primaria quedaba algo de sensatez y prefería apelarse al diálogo para evitar que estas muchachas lleven velo a edades tan tempranas.

Este es un precedente importante. La Generalitat debería haber apoyado a la escuela. En Francia se ha impuesto el veto a cualquier signo distintivo religioso y no ha habido conflictos importantes. Las muchachas musulmanas francesas pueden ir a la escuela en igualdad de condiciones que sus compañeras. Seguramente ello tiene consecuencias positivas para su integración. Fuera de la escuela, si lo desean, pueden llevarlo , pero ésta es un espacio laico en el que no deberían esta autorizados signos religiosos.

Pero España no es un país laico, y Cataluña dentro de España, tampoco ha optado por la laicidad. Ha preferido optar por la solución más fácil y menos conflictiva. Y aparentemente más progresista. Que cada uno vaya como quiera. Prohibido prohibir, como huella del mayo francés. Alumnas de cuatro o cinco años con velo y alumnos latinoamericanos con pañuelo y gorra en clase. A partir de ahora todo ha quedado legitimado y refrendado por la Administración.

(Extraído del blog olahjl2.blogpot.com)

Anónimo dijo...

La imagen de Shaima, la pequeña de ocho años, residente en Gerona a la que se le ha permitido asistir a clases cubierta con el Hiyab cubriendo su cabeza ha vuelto a poner de manifiesto la tremenda confusión que existe en nuestro país con el tema de la integración. Sin entrar en otras consideraciones, la fotografía de la pequeña con el velo que le cubre los hombros y el pelo es, se quiera o no, la viva imagen de la discriminación y también de la sumisión. Se quiera o no y más allá de lo políticamente correcto en cada momento el velo se ha convertido para millones de mujeres del Islam en la marca de su opresión, y por mucho que se apele a la tradición, al respeto a la identidad cultural o a que sea considerado un símbolo religioso o político lo cierto es que detrás de todo ello hay una carga profundísima de agresión a los derechos humanos que pretende ocultarse en nombre de lo políticamente correcto.