A medida que se acerca el 25 de septiembre, se hace necesaria una mirada hacia atrás para repasar lo que ha sido la actuación del Departamento de Educación del Gobierno Vasco, durante esta legislatura a punto de finalizar.
Uno, que tiene alma docente, debe hacer esfuerzos para no calificar inmediatamente con un dígito rojo el trabajo de la Consejería dirigida por Cristina Uriarte en este tiempo. Si se reprime es porque con tanto cambio normativo producido desde 2012 le asalta la duda de si lo haría correctamente.
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Hay pocas oportunidades para la sonrisa tras una legislatura triste, errática y titubeante, por parte de los hombres y mujeres que han gestionado la educación vasca y que ahora están en el análisis ciudadano. Porque cuesta encontrar colectivos mínimamente satisfechos con el trabajo cuatrienal realizado hasta ahora.
No lo está el alumnado, desvelo prioritario de la Consejera en todas sus manifestaciones públicas, que está sufriendo como nadie los vaivenes políticos y que desconoce nuevamente qué pasará este curso recién iniciado con las reválidas de 6º de Primaria, 4º de ESO y 2º de Bachillerato.
Mientras llega mayo, sus preocupaciones, que también son las de su profesorado, se centrarán en conocer las novedades que los nuevos currículos imponen, ahora también en opción dual (tableta-libro de texto, LOMCE-Heziberri).
En fin, que visto lo señalado hasta aquí y el grado de insatisfacción predominante en la mayoría de la comunidad educativa vasca, me puede el talante evaluador y me lanzo a la piscina: Insuficiente para la gestión del Departamento de Educación saliente, eso sí, sin obligarle a la repetición de curso.
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