La Escuela Pública, es decir, la que por su titularidad, gestión y financiación depende inequívocamente de los poderes públicos, es la única que puede garantizar una educación para todos en condiciones de igualdad, respetar el derecho de cada individuo a lograr los máximos niveles de formación, y educar a niños y jóvenes en un proyecto común de ciudadanía, participación y convivencia, con total respeto a la libertad de conciencia, creencias y diversidad cultural.
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