Las trabas, obstáculos y boicoteos varios que radicales católicos con líderes de su iglesia al frente han quedado, desde el punto legal, clara y rotundamente fuera de la ley.
En su mano está reconducir una situación que nunca debieron de crear. De momento, ese resquicio de luchar contra la democracia y el progreso lo tienen cerrado. Los obstinados tendrán que buscar nuevas excusas.
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