Comparto plenamente la opinión de Xabier Gurrutxaga que expone en EL CORREO cuando dice que hay que agradecer el esfuerzo que se está haciendo desde la Viceconsejería de Política Lingüística por situar el debate acerca de la normalización del uso social del euskera fuera de cualquier parámetro de lucha partidista o de discusión ideologizada. Se agradece el empeño por articular un discurso en claves democráticas e integradoras, tratando de lograr un consenso social básico entre vascohablantes y castellanohablantes que represente algo mucho más sólido que lo que reflejan los frágiles acuerdos entre formaciones políticas. Bienvenido sea en este sentido el debate público anunciado por el Consejo Asesor del Euskera.
En su presentación el viceconsejero Patxi Baztarrika señaló que «si queremos asegurar el futuro del euskera debemos extender y reforzar su uso». Estoy de acuerdo, pero ahí reside la madre del cordero. Tal desafío nos lleva a interrogarnos sobre lo que hemos hecho mal estos 25 años. Dicha reflexión será insuficiente si al mismo tiempo no nos planteamos estudiar e investigar a fondo las razones por las que los vascos euskaldunes utilizan en su red de relaciones diarias mucho más el castellano que el euskera, pudiendo hacerlo en este último idioma. Conocer las causas de este comportamiento resulta imprescindible para abordar con seriedad cómo se puede influir a favor de un mayor y mejor uso social del euskera.
(sigue)
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