miércoles, 4 de octubre de 2017

Cinco razones para marcar la diferencia entre centros educativos y religiones varias

No pierden oportunidad los representantes del Vaticano, en Euskadi y en el resto del Estado, para reclamar y solicitar la educación católica en la enseñanza. Las demás no insisten tanto por su menor capacidad de meter ruido, al menos, todavía.

 En opinión de sus altos cargos, habitualmente vestidos con grandes faldones, ayudaría a prevenir situaciones como la de Cataluña, donde según ellos, se presume que ha existido un adoctrinamiento excluyente. Y es en la educación, según los prelados, donde se juega nuestra convivencia, porque está en la raíz de otros problemas. Parece ser que no están muy al día de las opiniones de sus compadres en aquellas tierras, que en gran número apoyan la locura de sus feligreses del PdCat. 

En mi opinión hay cinco grandes razones para tener a la religión católica, y al resto de las ideologías con dioses y mandatos divinos al margen o consideradas por encima de las leyes que nos hemos dado los humanos fuera de los centros educativos, donde se asientan las bases democráticas de la ciudadanía del país:

PRIMERA.  Respetar y promover el derecho a la libertad de conciencia.

SEGUNDA. Cumplir el deber de enseñar a los estudiantes a pensar y a construir conocimientos.

TERCERA.  La necesidad de articular una moral fundamentada en el respeto a los derechos humanos que permita el establecimiento de un estado de derecho.

CUARTA: Cambiar la política que impone el Catolicismo Romano fundamentado en su doctrina discriminatoria de género.

QUINTA. Evitar el desfase entre los contenidos del curriculum religioso y la realidad de las vivencias de los niños y adolescentes.

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