lunes, 12 de septiembre de 2016

La enseñanza pública no debería permitir que el alumnado vista en función de sus ideologías

Y menos creer que haciéndolo, favorece la integración de los que se autoseñalan. Estos últimos cursos, el velo islámico es uno de los temas de debate típico en este ámbito.


Tres referencias a la ley para tomar en cuenta cuando hablamos del asunto. 

Primero. Decreto 201/2008, del 2 de diciembre, sobre derechos y deberes de los alumnos : «El alumnado deberán cumplir las decisiones de los órganos de gobierno del centro docente dentro de su respectivo ámbito de competencia, incluyendo las referidas al aseo personal y a la utilización o exhibición de pertenencias personales, prendas de vestir, útiles, o aparatos electrónicos».


Segundo : La jurisprudencia del Tribunal Europeo de Derechos Humanos, que ha venido reconociendo de manera reiterada que «la prohibición del velo islámico en el ámbito educativo no implica una vulneración del derecho de libertad religiosa del alumnado».

Tercero: sentencia del Juzgado de lo Contencioso-Administrativo número 32 de Madrid (sentencia número 35/2012 de 25 enero) : «No cabe hablar de vulneración del principio de dignidad de la persona, por el mero hecho de prohibirle acudir a clase con la cabeza cubierta por ningún tipo de prenda, sino que se trata de una norma de convivencia en cuanto a la indumentaria a utilizar por todos los alumnos con objeto de evitar distracciones a sus compañeros, y para regular la convivencia en el centro docente mediante la delimitación de una conducta que todo alumno conoce».

Creo que los que defendemos una enseñanza pública laica, debemos defenderla en todos los ámbitos. En una sociedad donde se respeten todas las ideologías democráticas y creencias que respeten los pilares de la sociedad plural y las constituciones que la apoyan, no debería de ser recomendable, y menos obligatorio, el que las personas vistan en función de sus ideologías.

Cerrar los ojos y creer que haciendo dejación de principios básicos de laicidad, ya asumirán con el tiempo los principios democráticos de las sociedades que les acogen, no solo sirven para fortalecer esas posiciones radicales, también estimulan a otros fanáticos a retroceder a costumbres primitivas y nos encaminan a un enfrentamiento ridículo.

Y es desde la educación laica desde donde podemos empezar a asentar verdaderamente estos principios, en mi opinión, irrenunciables.

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